viernes, 16 de febrero de 2018

Por un par de tetas

Son capaces de escribirnos poemas hermosos, en donde juran que nos amarán por siempre. Son capaces de prometer que dejarán todo atrás, toda su vida, sus familias, todo... que viajarán grandes distancias, que cruzarán mares y montañas sólo para estar a nuestro lado... son capaces de proponernos matrimonio. Son capaces de llenarnos de regalos, de darnos flores y decirnos que su belleza no se compara con la nuestra. También son capaces de olvidarse de todo eso ante el primer par de tetas que se les cruza.

Poema para Fátima
Basta con que dejemos de servirles para saciar sus deseos primitivos. Basta con que nos embaracemos, que engordemos, que estemos postradas en una cama, con los pies hinchados y el cuerpo deformado, para que se olviden de todas esas epopeyas heroicas que eran capaces de encarar sólo para estar a nuestro lado.

Lo peor es que nosotras seguimos siendo unas crédulas pelotudas y seguimos cayendo. A pesar de los desengaños, seguimos pensando que hay excepciones. Y encontramos a alguien que jura amarnos, y nos decimos: "no son todos iguales, este tipo es diferente". Pero después nos demuestran que no. Como los perros, que por seguir a una perra en celo son capaces de tirarse abajo de un camión y ni siquiera darse cuenta, los tipos se olvidan del amor eterno por el que juraron ser capaces de mover cielo y tierra en cuanto se les cruza un nuevo par de tetas.

Flores regaladas
Ya no. No más desengaños. No voy a creer ni una sola promesa más proveniente de un hombre.

Pero no los culpo. No es culpa de ustedes, señores. Está en su ADN y no lo pueden controlar. No se engañen a ustedes mismos, no piensen "yo soy diferente, yo sí soy capaz de amar incondicionalmente". No. Afróntenlo. Sepan que ese amor que hoy los enceguece, mañana quedará en el olvido cuando venga cualquier otra mujer y les muestre sus tetas.

Si son honestos con ustedes mismos, las cosas serán más fáciles también para nosotras. Cuando nos juren amor eterno, cuando nos ofrezcan besos "que sellan nuestro amor al universo", aclárennos que se olvidarán de todo eso apenas vean otro par de tetas.

Es entendible. Las tetas son lo primero que ven al nacer, y lo primero que calma sus ansias. Hay una atracción magnética, tan inevitable como la ley de la gravedad, entre un par de tetas y los ojos de un hombre. Lo que no entiendo es por qué a las mujeres no nos pasa lo mismo. Será que tenemos las nuestras y no nos hace falta buscar ese par que nos alimentó y nos dio amor apenas vinimos al mundo.


Así que nada. Sépanlo, muchachos. Se acabó. No voy a caer ante ninguna otra promesa o declaración de amor que me hagan. Y cualquier promesa que reciba, la voy a someter a la prueba de las tetas, y esa promesa se deshará como un castillo de arena ante el agua del mar.




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