lunes, 1 de enero de 2018

Qué año...

Es ridículo culpar al año que terminó por las cosas malas que pasaron o asignarle el mérito de las cosas buenas, así que no voy a decir ni que fue un año de mierda ni que fue excelente. Lo que sí voy a decir es que fue un año con muchísimas experiencias para recordar.

Año nuevo, panza nueva
Año nuevo, panza nueva
Voy a recordar siempre el mes de febrero cuando recién me mudé al depto y conocí a Antonella, mi vecina, y poquito después a Fede, el instalador del cable.

Voy a recordar cuando empecé a disfrutar de aquel balcón, cuando empecé a hacer yoga, cuando descubrí mi costado sádico.

Cuando me empezó a espiar Marcos, el vecino adolescente, iniciando una secuencia de hechos casi trágica.

Cuando empecé a trabajar como modelo y cuando me reencontré con Fede.

Cuando hice realidad mi sueño de tener un sumiso con quien jugar el papel de ama castigadora.

Cuando apareció la familia de Marcos y empezaron a acosarme, para luego raptarme con la intención de venderme.

Cuando estuve encerrada una semana e intenté suicidarme para no morir de hambre y de sed. Este último episodio desearía borrarlo de mi mente, pero lamentablemente no puedo evitar que su recuerdo me siga acosando por las noches.

Cuando descubrí que estaba embarazada.

Mi prioridad para este 2018 es asumir mi rol de madre (mi único rol por el momento) y cumplirlo de la mejor manera posible.

Mi mayor deseo en este momento es que, a fines de este año, pueda escribir el resumen del año con mi hijo o hija en brazos y, simplemente, que ambos estemos sanos y felices.

A quienes me siguen leyendo, les agradezco infinitamente por acompañarme, y les deseo que tengan un hermoso 2018, en el que se cumplan todos sus sueños. Tengan en cuenta que eso depende sólo de ustedes y de su voluntad para hacerlos realidad.

 

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