domingo, 24 de diciembre de 2017

Salir del pozo

Sigo escribiendo en papel, como cuando estaba secuestrada en la fábrica. La diferencia es que acá escribo en papel blanco, en lugar de usar las hojas amarillentas de los biblioratos. Y que me dan de comer y me dan todo lo que necesito. Menos mal... son mis padres, no una pareja de secuestradores. Pero lo que aún no tengo es libertad; sigo encerrada, aunque sin una cadena alrededor de mi cuello.

Ecografía Francisco o FranciscaTodas las semanas veo a varios doctores. Todos ellos se preocupan por mi bienestar, pero ninguno me dice cuándo voy a estar bien. Cuándo mi vida va a volver a ser como era. Estoy empezando a creer que eso nunca va a pasar.

Me pregunto si algún día voy a volver a trabajar sacando fotos, si voy a volver a modelar, a estar con gente. Si algún día voy a volver a reír. A uno de mis médicos le escuché decir algo de caer en un pozo depresivo. ¿Alguien me presta una escalera?

Hasta hace unos días sentía que mi única función en el mundo era ser una incubadora para este bebé que llevo en la panza. Que una vez que naciera, ya no tendría razón para vivir. Eso sentía hasta el día de la ecografía. Cuando escuché latir su corazón todo cambió. Recién entonces me dí cuenta de que todo esto es más que un par de rayitas en un evatest. Me dí cuenta de que soy una mamá, de que esta persona que llevo adentro algún día me va a mirar a los ojos y va a decirme “mamá”. Esa fue la escalera para salir del pozo. Bueno, quizás no una escalera; más bien fue un banquito para subirme y asomar la cabeza un poco hacia afuera del pozo. Pero es algo.

No sé si pasaré una feliz navidad, pero sé que la pasaré con gente que me quiere y a quienes quiero, que no es poco. Alguien dijo que para ser feliz, el primer paso es empezar a quejarse menos. Así que nada de quejas. ¡Que tengan una feliz navidad!


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