martes, 19 de septiembre de 2017

El mejor regalo

Una flor en mi balcón
La primavera parece haberse adelantado un par de días para hacerme un regalo de cumpleaños. Me lo dejó en el balcón, y lo encontré hoy apenas abrí la ventana (que llevaba semanas cerrada): la planta que estuvo todo el invierno medio tristona en su maceta, dió unas flores anaranjadas gigantes. Además sus hojas parecen más verdes y derechitas. No sé exactamente qué planta es, pero no importa. Para mí se llama Jacinta.

Lo que sí importa es que está contenta con este hermoso día de sol, después de mucho tiempo de frío, nubes y humedad.

Preparo el mate, saco la reposera al balcón y me dispongo a festejar mi cumpleaños en compañía de Jacinta. Le echo un poco de agua. No parece que le hiciera falta, pero me da nosequé tomar mate yo sola.

“Estás contenta?” Le pregunto. No me contesta. O quizás sí, pero lo hace en idioma planta. Adivino que me dice que sí.

Y adivino que dice más cosas. Me cuenta que la pasó mal durante el invierno. Me siento un poco culpable por haberla dejado a la intemperie, pero cuando me la regaló mi vieja, me dijo que era de exterior.

“Todo bien, no te pongas mal”, me consuela Jacinta (ya empiezo a entender su idioma). “Hacía falta que pasara frío, lluvia, humedad y mal tiempo para que pudiera aprovechar mejor este solazo y sacar estas lindas flores”.

Mmm... Qué interesante esto que dice Jacinta. Me siento identificada con lo que le ocurrió. Yo también la pasé mal, tuve que pasar períodos de “mal tiempo”, y si no los hubiera vivido, hoy no estaría disfrutando mi vida como lo estoy haciendo. Qué genia que es mi planta.

Se ganó otro chorrito de agua.

Qué locura, pasar mi cumpleaños tomando mate al sol en el balcón, charlando con una planta. Quizás es que ya me volví un poco loca. Pero al menos no me siento sola. Seguramente más tarde habrá festejo, torta, gente, más regalos, velitas, etc. (eso espero) Pero este regalo, y esta celebración íntima con Jacinta, no me los voy a olvidar nunca.


domingo, 17 de septiembre de 2017

Señora de las tres décadas

Se acerca ese día del año en que cumplo una vuelta más alrededor del sol. Sí gente, por más que intente evitarlo, el próximo 19 de septiembre llegan los 30. Son unos cuantos años. Pero me siento como si, con este último, el contador hubiera arrancado desde cero otra vez.

En la playa, de noche y en pijamas.
Miro hacia atrás tratando de ver quién era yo hace un año y no me reconozco. La fátima del 2016 era muy distinta a la Fátima actual. La del año pasado hacía planes para tener una familia propia, para formar un hogar, tener hijos, llevarlos a la escuela, ver cómo su marido echa panza…

Aquella Fátima murió y nació una nueva. La versión 2017 no hace planes. Simplemente no piensa en el futuro, por que cree que es una pérdida de tiempo y de energía.

Se podría decir que hoy soy menos madura que hace un año, que involucioné… quizás por que hago locuras, como ir de noche a la playa en pijamas... quien quiera pensar eso es libre de hacerlo. Pero yo no lo siento así.

Siento que aprendí mucho y que cambié para mejor. Lo que me pasó… puede calificarse como bueno o malo, pero no vale la pena. Ni tampoco tiene sentido recordarlo. Lo cierto es que me sirvió para convertirme en quien soy ahora: una mujer (in)madura que está a punto de alcanzar sus treinta.

Ya veré cómo y con quién festejo mi cumpleaños. Como dije, no voy a hacer planes. Pero estoy muy segura que lo voy a pasar bien.


 

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